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Nota sobre la mesa redonda

"El futuro de la Historia Económica: dilemas y desafíos"

Este evento tuvo lugar el martes 7 de noviembre a las 12 horas en el Aula Multimedia "Ricardo Torres Gaitán", en el edifico anexo a la Facultad de Economía, Ciudad Universitaria.

Participaron:

Dr. Luis BÉRTOLA, Presidente de la Asociación Uruguaya de Historia Económica
Dr. Carlos MARICHAL, El Colegio de México/ Consejo de Honor de la AMHE
Dr. Carles SUDRIÁ Catedrático de la Universidad de Barcelona.
Dr. Enrique SEMO, Facultad de Economía, UNAM/ Consejo de Honor de la AMHE

Moderador:
Dr. Antonio IBARRA, Facultad de Economía, UNAM/ Presidente la Asociación Mexicana de Historia Económica


  • Padecemos de excesiva generalización de la teoría económica
  • Adoptamos teorías muy abstractas o de otras realidades
  • Carecemos de estudios sobre el siglo XX

La Facultad de Economía y la Asociación Mexicana de Historia Económica ofrecieron la mesa redonda El futuro de la historia económica: dilemas y desafíos en la que Carlos Marichal, Luis Bértola, Carles Sudriá y Antonio Ibarra Romero cuestionaron la vocación excesivamente generalizadora de las ciencias sociales, y en cambio planteó que la historia económica debe tener, sí, una vocación de construir teoría y efectivamente generalizar, pero con dos perspectivas: una deductiva y otra de aplicación a realidades concretas.

Uno de los problemas de la ciencia económica contemporánea –dijeron– es la excesiva generalización y confianza en modelos. La economía, por lo contrario, como ciencia fuertemente histórica por sus alcances, por el estudio de las formas de organización social, debe tener como objetivo la evaluación del desempeño de los sistemas económicos y las formas de organización social, de sus instituciones, así como el estudio de cómo surgen los distintos sistemas económicos, sus actores, sus estructuras e intereses.

En ese sentido, en América Latina hemos sufrido esa excesiva generalización de la teoría económica, de teorías muy abstractas o ajenas, de cuerpos teóricos provenientes de otras realidades.

Pusieron sobre la mesa los temas que a su juicio deben estar en el centro de la agenda de la historia económica, como el desempeño de las economías en el largo plazo o las cuentas históricas nacionales, en los cuales América Latina tiene un retraso significativo pero también elementos para avanzar.

Se sigue careciendo de estudios sobre variables económicas, de suficientes estudios sobre el siglo XX, pues en los hechos sabemos menos de éste que de otros periodos como el borbónico o el porfiriato. Ciertamente algunos jóvenes investigadores están prestando atención creciente a este dilema, pero en números insuficientes.

Algunas preguntas que deben llamar la atención sobre el siglo XX son no planteamientos generales de historia comparada, sino cuestionamientos sobre cuál fue el verdadero impacto económico de la Revolución de 1910; existe un interesante ensayo de John Womack de hace veinte años, pero no hay más estudios de qué paso a partir de la Revolución, qué cambió con ella. Hay también estudios sobre análisis político, pero no sabemos con precisión cuál fue el impacto de la Revolución en los años treinta, qué pasó en la economía mexicana con la Guerra Mundial, cuáles fueron los motores de la economía mexicana en la posguerra y qué significaron las alianzas del PRI.

Tampoco han contribuido los historiadores a analizar cómo se acumularon las grandes fortunas desde el poder de presidentes o regentes como Hank González y otros empresarios del Estado: el legado de corrupción del PRI constituye el talón de Aquiles que impide una verdadera transición del país; se habla de ello, pero no hay estudios de por qué fue tan centralista el desarrollo económico hasta los 80 bajo el dominio del PRI, de por qué fue marcadamente desigual la distribución del ingreso, de cuáles fueron las causas del "enloquecido" endeudamiento externo en los años 70, de cuáles fueron las causas de la crisis financiera de 1982.

Es necesario incorporar cuestionamientos como los anteriores en la historia económica de México, así como las causas y antecedentes políticos del TLC, por qué se hizo, qué explica que sucediera o qué generó la crisis financiera de 1995.

Los ponentes aportaron también múltiples reflexiones sobre la evolución de la historia económica de España, el camino que diversos maestros peninsulares recorrieron desde varios lugares de Europa para recoger y actualizar visiones, ventaja que se suma a la continuidad de la discusión en interacción con las ciencias sociales.

Así, plantearon la necesidad de definición del objeto de la historia económica, para comprender a la sociedad; la utilidad de la historia económica radica en la aportación al conocimiento de nuestro pasado, ya sea para ratificar teorías, para hacerse las preguntas que otras ciencias sociales no han respondido suficientemente, convincentemente, para evaluar modelos y los fenómenos histórico-económicos. Y al final respondernos por qué es nuestro mundo cómo es, cómo llegamos a ser lo que somos, y cómo hacer las reformas, si hacen falta.

 

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Patrocinadores:
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El Colegio de México, CONACYT, Facultad de Economía y el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Instituto Mora y CIDE.
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