AMHE - Asociación Mexicana de Historia Económica
*
*
  
*
*
*
*
* Inicio
*
*
*
* Sobre nosotros
*
* Mesa directiva
*
* Socios
*
* Inscripción
*
* Contáctanos
*
*
*
* Foro
*
* Eventos
*
* Bibliografía
*
* Publicaciones
*
* Sitios de interés
*
* Boletines AMHE
*
* Archivos y bibliotecas
*
*
*
* Bases de datos
*
* Estudios sobre Historia Empresarial
*
* Historia del Pensamiento Económico
*
*
*
*
*
*
Entrevista  

Entrevista con François Chevalier

Por Carlos Marichal

Publicada en el "Boletín de fuentes para la historia económica de México", Número 2 (septiembre-diciembre, 1990), Centro de Estudios Históricos, El Colegio de México. pp. 37-42

El 14 de mayo de 1990, el profesor Francois Chevalier dictó una conferencia sobre temas de historia de México y América Latina en El Colegio de México. Aprovechando su estadía, nos atrevimos a solicitarle una entrevista con objeto de incluirlo en el Boletín e iniciar lo que esperamos sea una sección regular de entrevistas y notas sobre destacados investigadores que han realizado trabajos sobre la historia económica mexicana. Autor de obras clásicas, entre ellas La formación de los latifundios en México (Fondo de Cultura Económica, primera edición en español de 1956 y segunda edición aumentada de 1976)1, y de otros trabajos más recientes sobre la historia latinoamericana, Chevalier nos ofrece un testimonio personal e iluminador sobre la evolución de la historia económica de México.2

Carlos Marichal: ¿Cómo llegó a interesarse usted en la historia económica o la historia socioeconómica; fue ésto a través de la influencia de ciertos maestros?

François Chevalier: En efecto, hubo varios maestros, historiadores que influyeron en mi formación, pero quizás el que más importancia tuvo fue el profesor Marc Bloch, medievalista muy conocido, quien consideraba a la historia medieval como una fuente para comprender mejor no sólo el pasado sino también el presente, aclarando mejor el medio geográfico y humano e, incluso, para ayudar a comprender el medio campesino, que es muy conservador, en ciertos aspectos. Bloch tenía una cátedra de historia económica medieval y era director de un instituto de sociología económica e histórica, del cual fui uno de los miembros; conservo todavía mi tarjeta del Instituto, con el número tres

Pues bien, Bloch ponderaba la importancia de la economía pero nunca la separaba de los aspectos socio-políticos, del estudio del poder, de las formas del poder, de cómo se ejerce el poder. Al hablar del señorío, por ejemplo, decía que no sólo constituía una empresa económica sino además un grupo de mando que ejerce el poder. Y enfatizaba los aspectos culturales también.

C.M.: ¿Pero considera usted que podría calificarse a Bloch como propiamente materialista histórico o marxista ?

F.C.: No propiamente, pues hay que tener en cuenta que el marxismo tenía entonces mucho menos influencia de la que tuvo después.

C.M.: ¿Es decir, después de la Segunda Guerra Mundial?

F.C.: Si, después de la guerra se produjo un auge de dos formas de pensar la historia económica; por un lado, el materialismo histórico y el marxismo, que ponen énfasis en los factores económicos, desde luego, pero también, por otro lado, hay que tener en cuenta la influencia de la historiografía de los Estados Unidos, donde siempre se ha cultivado, e incluso se ha adelantado a otros países en el terreno de la historia económica. Basta citar a Hamilton, por ejemplo, que en 1934 hizo ese libro que fue modelo de muchas trabajos posteriores.

C.M.: ¿Entonces, usted vería a ambas tendencias, tanto la marxista como la que proviene de la historiografía norteamericana como los impulsores de la historia económica en el período de la postguerra?

F.C.: Sí, éste fue el caso por lo menos en el terreno de los historiadores, aunque habría que aclarar que siempre hubo disidentes; por ejemplo, entre los antropológos o etnohistoriadores se sostenían posiciones distintas, diversas.

C.M.: ¿En que fechas trabajó con Bloch?

F.C.: Trabajé con Bloch poco antes del estallido de la guerra. Le propuse un tema mexicano, el de las haciendas porque, él mismo, al hablar de los señoríos, citaba en su libro La Sociedad Feudal a las haciendas de México.

C.M.: ¿Cuándo vino por primera vez a México?

F.C.: Yo me interesé primero por ir a España, que es un país que ha sido más estudiado por los investigadores franceses. Fui a España a la casa Velázquez, que era una institución de investigadores, de la que luego —muchos años después— fui presidente. En Sevilla traté de orientarme en el Archivo de Indias y me llamó la atención el encontrar documentos que hablaban no directamente sobre las haciendas de México pero sí sobre la posesión de la tierra, los grandes señores, los propietarios, y comencé a interesarme por estos temas. Hablé del asunto con Bloch, quien me aprobó la tesis, aunque después el pobre murió en la guerra.

Viajé a México inmediatamente después de la guerra por sugerencia de un gran etnólogo, que era fundador del Museo del Hombre en París, el profesor Paul Rivet. El se interesó por mis investigaciones y me dijo: "Yo precisamente he fundado el IFAL3 para promover las investigaciones sobre México y América Latina. Por sus investigaciones en el Archivo de Indias es indispensable que usted vaya a México a ver a los archivos, pero también para conocer el medio geográfico y humano."

Y así fue que en 1946 llegué a México y comencé a trabajar en el Archivo General de la Nación, en archivos de Zacatecas y de otras regiones.

C.M.: ¿Había entonces otros investigadores franceses trabajando en los archivos?

F.C. Pues no, yo era de los primeros después de la guerra, aunque debe recordarse que antes, en los años treinta, ya se había creado una "escuela" francesa en estos temas, como fue el caso de Robert Ricard, autor de La conquista espiritual de México, el caso de Jacques Soustelle, o de Stresser Peán, antropológo bastante conocido que estuvo en México unos años después.

C.M.: ¿Usted fue a visitar archivos en las propias haciendas?

F.C. En algunas haciendas o en casas de propietarios de haciendas existían archivos. En el IFAL, por ejemplo, estaba un señor que tenía una buena cultura francesa y que era, me parece, director del Instituto Nacional de Antropología: Don Pablo Martínez del Río. El era de una familia de grandes hacendados y me puso en contacto con las familias del Conde de Regla y con otros hacendados, quienes amablemente me enseñaron los archivos de sus haciendas.

Así fue como pude estudiar el latifundio de Ciénaga de Mata, que se extendía por un inmenso territorio de sesenta kilómetros por cuarenta o cincuenta kilómetros, en la región de Aguascalientes. Ahí había un hacendado, Rincón Gallardo, que recibió el título de capitán de caballos corazas en 1607. El había recibido la hacienda en mayorazgo pero a cambio de este título honorífico, Rincón Gallardo se comprometió a tener siempre listos un mínimo de 1,000 caballos y 500 hombres para ir a donde el virrey daba indicación. Era, en efecto, un ejército particular, pero que estaba al mismo tiempo al servicio del Estado, que podía ser utilizado para contrarrestar ataques de corsarios, o revueltas populares, o asaltos de bandidos o incursiones de indios nómadas, chichimecas, que bajaban, en ocasiones, hacia el sur. Fue en el archivo de esta hacienda que trabajé más tiempo, pero había otros fondos importantes que consulté en haciendas de Zacatecas y del Bajío también.

C.M.: Un número considerable de investigadores han seguido trabajando el tema de las haciendas en épocas posteriores siguiendo en cierto sentido una huella que usted abrió. Un ejemplo es el caso del libro publicado por la editorial Siglo XXI, Haciendas, plantaciones y latifundios. ¿Que opina de estos estudios muy concretos de haciendas? ¿Considera que son demasiado economicistas?

F.C.: No siempre es así. Lo que me parece es que en general en la investigación hay un movimiento en péndulo: en principio hubo un interés mayor por los aspectos culturales y después, hubo una reacción y vino esta tendencia dominante socioeconómica, en que se dijo que yo también me encontraba. Hay que decir que realicé mi estudio en una época en que todavía no eran frecuentes los estudios de historia económica precisos, con series de curvas, con estudios sistemáticos de los precios, etc., y, en este aspecto yo hice una aportación que fue reconocida por los historiadores socioeconómicos. En todo caso, lo que digo es que si la investigación se limita a este enfoque exclusivamente socioeconómico no se tiene una visión clara y completa del problema y de la realidad.

C.M.: El otro día, en su conferencia, insistió que si bien el enfoque socioeconómico ha tenido gran importancia, y sigue teniéndola, usted considera que se le debe dar mayor prioridad a un análisis que privilegia a elementos socioculturales o sociopolíticos.

F.C.: Sí. Por ejemplo, para entender las haciendas hay que analizar las clientelas de numerosos grupos de criados y familiares, lo que tenía mucha importancia en cualquier hacienda. No siempre es fácil encontrar estos datos, digamos socioculturales o sociopolíticos, en las fuentes más estrictamente económicas, como por ejemplo en las contabilidades de las haciendas del siglo XVIII. Estos poderes eran generalmente informales. Había, por ejemplo, cárceles privadas; lo sabemos, pues visitando a cascos de haciendas se ven donde estaban las cárceles. Pero nunca hay ningún texto en ninguna parte que dice que los hacendados tuviesen el derecho de encarcelar peones que no cumpliesen con las obligaciones que exigía el señor. Al contrario, la ley no lo dice. Por eso, insisto en lo que Marco Bloch me había enseñado sobre la necesidad de estudiar "la costumbre" en todas estas cuestiones de trabajo en el señorío. Hay que reconocer que en el siglo XVI, los funcionarios y eclesiásticos españoles presionaron mucho para que la encomienda no fuera un señorío. Por eso Silvio Zavala dijo que la encomienda fue un señorío muy "imperfecto" porque no se daba ni la tierra ni el servicio de trabajo cuando había control por parte de las autoridades. Pero fuera de un ámbito cercano a la capital de México y a los grandes centros urbanos, los propietarios que recibieron mercedes de tierras se atribuyeron, de hecho (raras veces "de derecho", aunque hay excepciones como en el caso del Marquesado del Valle) prerrogativas a las cuales no tenían ningún derecho, como la de castigar moderadamente a los trabajadores que no cumplían. Tenían, por supuesto, que impartir una protección, pero a cambio de la perpetuidad de los trabajadores en la hacienda

No digo que esto fuera el sistema único, pues había zonas en las que las haciendas no eran tan importantes como lo enseñó muy bien Gibson para el Valle de México; pero él no estudió las grandes haciendas y por ello no podía percibir esta cuestión del poder informal, interno a la hacienda. También en otros lugares la situación era compleja pues en el norte, por ejemplo, donde había grandes señores con haciendas fortificadas, casi como castillos feudales, había escasez de mano de obra y la gente en general eran mestizos o españoles pobres; ellos reaccionaban más y eran más libres; no eran siervos de la gleba como podía ocurrir en las zonas indígenas. Lo que haría falta, por lo tanto, es que aquellos investigadores que estudien una zona o una región específica pudieran evaluar la proporción entre tierras de haciendas, tierras de comunidades de pueblos (que eran tierras de manos muertas) y los ranchos, que eran distintos y más modernos en tanto se podían traspasar con mayor libertad en contraste con las haciendas que eran generalmente de linajes.

C.M.: Una pregunta final, que se refiere a sus investigaciones más recientes. ¿Cuáles han sido sus proyectos de trabajo, de edición o publicación en estos años?

F.C.: Pues mire usted, en ésto he seguido de alguna manera las huellas de Marc Bloch que se interesaba por la actualidad y no solo por la edad media. Yo, después de dedicar años a hacer mi tesis sobre los siglos XVI, XVII y principios del XVIII, quise avanzar en el tiempo y ver que resultó de todo esto. Entonces trabajé un poco el siglo XVIII, pero sobre todo los siglos XIX y XX.

Publiqué varios artículos, entre ellos uno sobre Zapata que el mismo Womack dijo que había sido lo que le dio la pista para hacer su trabajo. Yo conocía el terreno porque tenía una pequeña casita en Tepoztlan, hace años, y conocí a antiguos zapatistas del pueblo. Todos eran zapatistas Hablé mucho con ellos y me preguntó si todavía viven; deben ser muy raros porque eran, o son, gente de 90 años, probablemente.

Luego hice un libro que me costó mucho trabajo sobre el conjunto de América Latina, tema difícil, pero en fin tuvo su éxito y se tradujo. No sé si aquí se vende mucho pero en España es conocido. Ahora estoy haciendo una nueva edición, posiblemente en dos volúmenes con una orientación nueva. Por este motivo me invitaron a países como Argentina y Brasil a exponer mis puntos de vista. Al comparar las realidades se puede entender mejor lo de México. Por ejemplo, si se compara con algunos aspectos de Argentina o Brasil, se puede entender mejor las peculiaridades, lo particular de cada país. En este trabajo comparativo sigo trabajando, aunque estoy a punto de terminar porque debo entregar el manuscrito después de las vacaciones de verano. Asimismo, pienso hacer una nueva edición de mi libro sobre los latifundios en México, sin cambiar el interior de la obra, pero haciendo una especie de prólogo de quizás cien páginas de actualización. Esto es lo que espero porque el Fondo de Cultura Económica sigue publicando mi edición antigua, con una bibliografía que debe actualizarse.

1 La primera edición en francés de esta obra fue la La Formation des grands domaines au Mexique. Terre et Société aux XVIe-XVIIe siècles, Paris, Institut d'Ethnologie, 1952. Posteriormente también fue traducida al inglés y publicada en 1963 por University of California Press, habiendose agotado varias ediciones.

2 No podemos incluir aquí una bibliografía completa de la extensa obra del profesor Chevalier, nos permitimos, por tanto, a remitir al lector a las referencias citadas en su reciente obra L'Amérique latine: de l'independance a nos jours, Paris, Presses Universitaires de France, 1977.

3 Instituto Francés para América Latina.

Regresar

 

*
*
*
*
Patrocinadores:
*
*
El Colegio de México, CONACYT, Facultad de Economía y el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, Instituto Mora y CIDE.
*
*
*
*
*