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Economia Informa 343. (Noviembre-diciembre 2007)

Presentación (Continuación)

 

Arturo Huerta, en La macroeconomía del sexenio, señala que los logros en la estabilización de los principales indicadores macroeconómicos durante la administración que concluye, se ha conseguido a costa de sacrificar el crecimiento económico y el bienestar general de la población, y que solamente han resultado beneficiados pequeños grupos de industriales y financieros nacionales y extranjeros. Considera que el control de la inflación y de las finanzas públicas, así como el manejo de la política monetaria, las tasas de interés y el tipo de cambio, le quitan al gobierno el manejo soberano de la política económica. Con ello los retos de la economía se resolverían en función del desempeño de variables externas como son el comportamiento de la economía de Estados Unidos y el precio internacional del petróleo, debido a la incapacidad de crear condiciones endógenas para crecer.

 

Emilio Caballero Urdiales, en Estabilidad financiera, estancamiento y desigualdad, analiza las condiciones en que se consiguió la estabilidad de precios y de las principales variables financieras en el país, así como el comportamiento de la actividad económica y la generación de empleos. Ubica su trabajo en el marco de las condiciones internas e internacionales en que se desarrolló la administración que está por concluir. Señala que los logros alcanzados en materia de estabilidad monetaria-financiera, tuvieron como contrapartida el magro comportamiento de las variables reales de la economía como la baja producción nacional, el incremento del desempleo, el deterioro de los salarios reales, la pérdida de la competitividad internacional y la consolidación de la desigualdad económica y social.

 

Antonio Gazol, en El comercio exterior no cambió en el gobierno del cambio, analiza las tendencias del comercio internacional de México, en el marco de los objetivos que para ese sector se establecieron en el Plan Nacional de Desarrollo. Señala que los dos pilares en que se ha basado la capacidad competitiva de la industria exportadora, están constituidos por la importación de partes y componentes, y por el bajo nivel de los salarios locales, pero que ello no representa sustento sólido para mejorar la competitividad general. Además, apunta, la apertura exterior se ha profundizado sin que en los últimos seis años se le haya acompañado con políticas industriales tendentes a propiciar encadenamientos productivos que permitan fortalecer al sector manufacturero del país.

 

Noemi Levy Orlik, en Profundización financiera y restricción crediticia, plantea que no obstante las múltiples modificaciones institucionales que se sucedieron en los últimos treinta años en el sistema financiero mexicano y que implicaron cambios en la propiedad de las instituciones, profundización en el mercado de dinero, desregulación de las instituciones bancarias y no bancarias, diversificación de instituciones financieras y la apertura del sistema financiero al mercado internacional, el mercado financiero no ha servido como palanca para el crecimiento económico. Más aún, precisa, las instituciones financieras se han concentrado principalmente en la intermediación de bonos públicos y en el cobro excesivo de comisiones y tarifas para lograr altas utilidades, con lo que el incremento del ahorro financiero se ha separado del financiamiento de la producción y de la inversión y alejado de los créditos a los agentes nacionales.

 

Manuel Díaz Mondragón, en El sistema bancario, describe la evolución del sistema bancario en la actual administración y considera que si bien ciertos indicadores como el índice de morosidad, la cartera total y la cartera de crédito se han desempeñado positivamente, la banca comercial no ha cumplido plenamente su papel de financiar actividades productivas ya que ha orientado los créditos que proporciona al mercado de consumo y al sector hipotecario. Señala que la mayor parte de la banca se ha extranjerizado como resultado de las modificaciones legales realizadas en los últimos años, con lo que se ha agudizado la concentración bancaria y fortalecido un mercado oligopólico que permite funcionar con precios altos y con productos que no siempre cuentan con la calidad adecuada.

 

Benjamín García Páez, en Saldo energético, plantea que durante la administración foxista en materia energética simplemente se soslayaron los problemas y se dejaron “rodar”, a pesar de que para México el petróleo es un recurso realmente estratégico no sólo porque la viabilidad económica y financiera dependa de un recurso limitado y cuyo aprovechamiento implica su liquidación física irrevocable como un activo productivo, sino por muchos factores más sin los cuales no se puede concebir al país, como el financiamiento de los principales componentes del sistema de bienestar social y la seguridad nacional misma. Advierte que si efectivamente se quiere iniciar la solución de la problemática del sector energético, entre otras cuestiones, se debe redefinir la plataforma de exportación de hidrocarburos en el marco de un modelo energético de largo plazo que privilegie la diversificación de fuentes energéticas y combustibles.

 

Yolanda Trápaga Delfín, en Un sexenio más perdido para la agricultura, revisa la problemática agrícola tomando en consideración el comportamiento de la superficie cultivable, las características de la población rural, el ingreso de los agricultores, el empleo y el subempleo; analiza, también, la estructura comercial externa del sector en el marco de la incorporación de nuestro país al GATT y después con la firma del TLCAN, señala que con ellos el gobierno renunció a producir internamente los alimentos que consumen los mexicanos prefiriendo buscar los precios más baratos en el mercado internacional, con lo que México se ha convertido en un importador neto de alimentos. Precisa que con el sexenio que termina se ha profundizado la dependencia alimentaría, la falta de control sobre los flujos campo-ciudad y se ha afectado la calidad de vida y la dignidad de los habitantes del campo con programas asistenciales que no mejoran sustancialmente su calidad de vida.

 

Prudencio Mochi Alemán y Miguel A. Rivera Rios, en Nueva modalidad de desarrollo y tecnologías de la información, llaman la atención sobre las transformaciones que se están presentando en la economía mundial a partir de la constitución de un nuevo patrón industrial que tiene sustento en las tecnologías de la información y la comunicación. Consideran que en ese proceso el software está por adquirir la condición de eje del sistema industrial y tecnológico actual, ya que por su funcionalidad transforma radicalmente la organización de las actividades humanas. Señalan que en la actual administración se percibió la oportunidad y la necesidad del país para impulsar esta industria, para lo cual se creó el Programa para el Desarrollo de la Industria del software; sin embargo, apuntan, el gobierno no asumió el liderazgo de la estrategia a seguir ni se comprometió a crear las condiciones para su desarrollo.

 

Leonardo Lomelí Vanegas, en La salud y la seguridad social, plantea que la persistente situación deficitaria tanto del IMSS como del ISSSTE obliga a una revisión estructural de los organismos de seguro social en México. Esta reforma debe plantearse como objetivo principal la transición de un régimen de seguro social limitado, como el que ha existido desde 1943, a un autentico sistema de seguridad social, caracterizado por la universalidad en la cobertura y por una oferta integral de prestaciones. Lo que a primera vista, pareciera un objetivo desproporcionado e irreal, pero si se suman los costos fiscales de las reformas parciales de los sistemas ya existentes, se debe reconocer la profunda injusticia de socializar los costos de sistemas que sólo benefician a una parte de la población. Puntualiza que la viabilidad política del rescate de los organismos de seguros sociales depende de la socialización tanto de los costos como de los beneficios y de su conversión en un autentico sistema de seguridad social con cobertura universal.

 

Carlos Javier Cabrera Adame, en Pobreza y desigualdad, presenta una visión sobre las condiciones de la pobreza en México durante los últimos seis años, plantea que de acuerdo con los informes más recientes la pobreza se ha reducido en todos sus niveles, pero que a pesar de ello el universo total de mexicanos en esa condición continua siendo muy grande, no obstante los crecientes recursos presupuestales destinados a financiar los programas de desarrollo social, por lo que el combate a la pobreza y la desigualdad se debería orientar a sus causas estructurales, el crecimiento económico y el empleo adecuadamente remunerado. Advierte que las consecuencias sociales y políticas de mantener los niveles actuales de pobreza y desigualdad pueden ser impredecibles sobre todo cuando se cierren algunas válvulas de escape como la migración y las remesas que de ella se originan o cuando se acentúen el descenso de la producción petrolera y sus precios tiendan a declinar.

 

Eréndira Avendaño Ramos y Aníbal Gutiérrez Lara presentan, en la sección Indicadores económicos del sexenio, una numeralia y visión gráfica de algunos de los saldos del sexenio. De este modo, haciendo una comparación con lo que fue el comportamiento de los principales indicadores de la economía mexicana en el sexenio previo, el lector dispondrá de cuadros comparativos y gráficas con estadísticas relevantes de la economía mexicana. En una forma ágil y documentada se aprecia lo que fueron los resultados de la administración foxista en materia de producción, empleo, precios, finanzas públicas, sector externo y tasas de interés.

 

CARLOS JAVIER CABRERA ADAME

 

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