En este número se formula un cuadro general sobre las transformaciones del capitalismo actual y su expresión en el desarrollo nacional, con énfasis en la situación de México. En el primer artículo, Dabat y Morales sostienen que, desde comienzos del nuevo siglo, la economía y el orden mundial han entrado en una crisis geopolítica que envuelve las relaciones de poder mundial que rigieron durante la primera fase de despliegue (o fase neoliberal) de la globalización,
que se caracterizó por la hegemonía absoluta de Estados Unidos. Los autores subrayan que se ha abierto una nueva etapa que puede significar la difusión mundial de la globalización bajo formas institucionales diferentes –mayor peso de la regulación pública y los procesos de integración regional– y distintas relaciones internacionales de poder. La base económica de este proceso se encuentra en la integración de la producción a escala global que ha modificado de manera importante la inserción de los países al mercado mundial, en especial de China y Asia Oriental, Rusia y la mayor parte de los principales países en desarrollo en general, ampliando, para estos últimos la posibilidad de obtener rentas económicas basadas en el aprendizaje tecnológico y en la valorización de sus recursos naturales. El cambio cíclico de larga duración que parece gestarse implica que el eje fundamental del cambio mundial se esta moviendo de Estados Unidos hacia China y los países del sudeste asiático, lo cual apunta hacia una nueva configuración espacial, económica, política y cultural del mundo. Es un proceso contradictorio y no escapa de posibles cambios imprevistos de rumbo, ya que si bien el dinamismo económico se esta concentrando en la actualidad en los países asiáticos, Estados Unidos es todavía la principal potencia militar y tecnológica del mundo.

En la siguiente contribución Ordóñez añade al desarrollo del tema la idea que ese enorme salto en el desarrollo tecnológico y productivo mundial, a que Dabat-Morales hacen referencia, no esta acompañado de un “modelo de sociedad” o edificio social articulado que de viabilidad histórica a la actual fase de desarrollo. El autor destaca que los países con las experiencias más importantes de alcance (catch-up o “rattrapage”) han contado con una “ventaja competitiva hegemónico-institucional”. Lo anterior se entiende en un sentido sugerido por Gramsci de que el desarrollo del capitalismo nacional e internacionalmente se basa en elementos de consenso y de incorporación activa de las clases y grupos subalternos a la finalidad histórica de la valorización del conocimiento, mediante procesos de revolución pasiva. La propuesta teórica y analítica del autor es que la vuelta a Gramsci es fundamental, aunque se trata de un retorno con perspectiva de futuro. Convalidando la hipótesis de Dabat-Morales sobre la crisis del orden mundial, Ordóñez abre la discusión sobre qué “modelo” nacional puede servir de base al recambio institucional mundial; sugiere que el estado social de los países escandinavos puede jugar un papel guía en ese proceso.

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