Fuentes: Investigación económica

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Autor: Jesús Silva Herzog
Año: 1956
Nombre del artículo: Homilía para futuros economistas

 

EN BUSCA DE UNA DEFINICION

Nadie puede negar que han existido y existen numerosos fenómenos económicos en todas las sociedades, ni tampoco que tales fenómenos obedecen a causas determinadas. Entonces es posible descubrir los principios o las leyes que explican la causa y los fenómenos correspondientes. De lo anterior se deduce lógicamente que la Economía es una ciencia. ¿Pero qué clase de ciencia es la Economía? Aquí se impone ensayar una respuesta.

El economista francés Juan Bautista Say opinaba que la economía debía ser objetiva, concreta, teoría, y descriptiva. Por su parte el ginebrino Juan Corlos Leonardo Sismondi, escribía que la economía es una ciencia moral y que su objeto no es la riqueza, sino el bienestar físico del hombre. Y a su vez el inglés Guillermo Stanley Jevons, decía textualmente: “La economía debe tener un carácter tan matemático como las ciencias físicas…en mi opinión nuestra ciencia ha de ser matemática, sencillamente porque se ocupa de cantidades”

Claramente se distinguen las opiniones divergentes de los autores citados. Say fue un economista clásico liberal y creyente de a existencia de leyes naturales reguladoras de la vida económica; Sismondi puede clasificarse como critico social, moralista y precursor del historicismo y Jevons fue una de los primeros marginalistas. Estas concepciones y doctrinas no han sido las únicas en el pasado ni lo son en el presente.

La opinión de Say de que la economía debe limitarse a describir fríamente los hechos no puede aceptarse en nuestros días; si así fuese no podría hablarse de política económica, de desarrollo económico, ni de una mejor distribución del ingreso; no podría hablarse de planear la Economía de un país o de una región. Reducir la Economía a una ciencia descriptiva es negarle su calidad científica.

La Economía no es una ciencia matemática como pensaba Jevons; es cierto que se ocupa de cantidades, cierto también que es que esas cantidades esta el hombre y que el hombre no es una mera cantidad. El hombre es el ser más complejo del mundo que habitamos; y por eso, no se puede reducir a cifras. Lo antes dicho no significa ignorancia respecto a la utilidad de las matemáticas para el economista; pero no es lo mismo reconocer que las matemáticas son herramientas útiles y aun necesarias al economista.

A mi parecer, el punto de vista de Sismondi, se aproxima más a la verdad que los puntos de vista de Jevons y Say; pero se hubiera aproximado más todavía, si hubiera escrito que la Economía es una ciencia social que estudia cómo se produce y distribuyen los bienes materiales y como debieran producirse y distribuirse; si hubiera añadido que su objeto no es la riqueza por la riqueza misma, sino un medio para mejorar al hombre en todos los aspectos esenciales de su existencia individuales y colectiva.

Se concluye que la Economía es una ciencia humana y que sus leyes, son las leyes son leyes sujetas a cambios inevitables, impuestos por la estructura de la sociedad

 

LA ECONOMIA, EL TIEMPO Y EL ESPACIO

Todo en la naturaleza está sujeto a un cambio constante ¿A que se han debido esto cambios en la historia de las sociedades? A mi juicio el origen de tales cambios se encuentran en el cerebro del hombre. Es el científico que después de largos afanes ha logrado aprender alguna verdad. Esa verdad, lo aprovecha al aplicarlo el técnico para producir algo. Ese algo que se produce es u producto material: una riqueza, un bien económico, una mercancía. Ya generalizada la producción se transforma la economía, influyendo en el ingreso per cápita y acelerando el proceso de desarrollo. Y los cambios en la estructura económica exigen cambios en la legislación. El esquema puede internarse de la siguiente forma: primero, el descubrimiento científico; segundo, aplicación técnica; tercero, cambios en la estructura económica total o parcial a la corta o a la larga; cuarto, aplicación de la leyes y de la organización política a la nueva realidad; y quinto, progreso para todos, o por lo menos de una parte de los habitantes de un país o por lo menos una región. La revolución tecnológica está en pleno desenvolvimiento. El cerebro del hombre no descansa.

Una teoría económica ayer verdadera, bien puede dejar de serlo en el presente si se han operado cambios sustanciales en la estructura económica. En resumen, la Economía es una ciencia dinámica que se está haciendo y rehaciendo constantemente, por que claramente se está haciendo y rehaciendo el mundo económico.

El espacio al igual, manera que el tiempo, tiene singular importancia parea la económica. Muchas veces, no siempre, el tiempo y el espacio, o sea la historia y la geografía, se conjugan y exigen un amplio análisis económico.

La geografía es una ciencia a la que a menudo tiene que recurrir la Economía, por la razón elemental de las distintas condiciones ortográficas, hidrográficas, climatológicas y de otra índole en las varias regiones del planeta. Estas nociones son elementales pero sin duda útiles e indispensables, de modo especial para el futuro economista.

La teoría económica moderno, o mejor dicho contemporánea ha sido en buena parte elaborada en los países anglosajones: Inglaterra y los EUA. Y aquí se impone la pregunta siguiente: ¿La teoría económica elaborada en las naciones más intensamente industrializadas, en los centros metropolitanos más poderosos del mundo, pueden aplicarse en los territorios de la periferia, apenas en proceso de desarrollo? La respuesta no puede ser completamente afirmativa ni tajantemente negativa. La teoría keynesiana, con sus adiciones y refinamientos posteriores es aplicable en algunos casos y en otros no.

El profesor Samuelson del Tecnológico de Massachussets describe en su “Economía moderna” que el problema fundamental de la teoría económica escriba en encontrar la solución adecuada para lograr de modo permanente la ocupación plena. Esto es cierto para las naciones capitalistas que han alcanzado la meta de su desarrollo, mas no lo es en relación con los países deficientemente desarrollados, porque el problema fundamental de estos consiste precisamente en alcanzar su pleno desarrollo.

Insisto una vez más: el tiempo y el espacio son las dos mejores dificultades de la Economía y por lo tanto del economista

 

MI RADIOGRAFIA DEL ECONOMISTA

Ahora para completar el cuadro que me he propuesto diseñar, se impone la necesidad de dar mi versión acerca de los conocimientos  que debe adquirir el economista y de las funciones que debe desempeñar en la sociedad.

J.A. Schumpeter, en su obra póstuma titulada “Historia del análisis económico”, escribe que las herramientas del economista son la teoría económica, la historia económica, la sociología económica y la estadística. A mi entender hay que agregar la geografía en primer lugar; y, en segundo, una cierta dosis de matemáticas y a guisa de complemento el resto de las ciencias sociales. Finalmente no dañaría al economista adquirir algunos conocimientos generales sobre biología, Se diría que estoy pidiendo demasiado y esto tal vez es verdad. Estoy pidiendo demasiado porque pienso en la responsabilidad del economista en la hora aciaga que estamos viviendo; porque conozco las posibilidades de cuerpo entero para contribuir a superar la profunda crisis en que impotente se agita el hombre contemporáneo.

Es claro que no todos los economistas ni los aspirantes a economistas, tienen igual capacidad intelectual. Unos so o podrán a llegar a ser buenos artesanos de la Economía, útiles como los peones en el juego de ajedrez; otros alcanzan o alcanzaran la categórica de técnicos distinguidos, aptos para manejar con seguridad y soltura la variada herramienta; y solo unos pocos, ciertamente muy pocos, merecen o merecerán la honrosa designación de hombres de ciencia.

No se me oculta la dificultad de que un economista abarque con una amplitud y profundidad todos los campos de la Economía, por lo cual no puedo negar la necesidad de la especialización; mas esta, obviamente, debe ser posterior al dominio del instrumental a que arriba se hizo referencia. Es noción elemental que no puede siquiera concebirse al especialista en moneda, comercio exterior, economía industrial o hacienda pública, sin una sólida base teórica, sin tener muy presente el espacio geográfico y sin contacto estrecho con la realidad del momento histórico.

En un país deficientemente desarrollado, la tarea sustantiva del economista consiste en trabajar sin descanso dentro del marco de sus posibilidades. Y aquí es oportuno insistir en que no debe aplicarse servilmente l teoría elaborada en los grandes centros del capitalismo, porque si así se hiciere el fracaso sería inevitable. Toda adaptación teórica debe hacerse después de un cuidadoso trabajo analítico, con los pies hundidos en la propia tierra y con clara visión de las necesidades primarias y de las legítimas aspiraciones de su pueblo. El economista nativo de un país de la periferia, sin capacidad crítica, que sigue al pie de la letra y con ufana pedantería al autor extranjero, por ilustre que este sea, se asemeja al lacayo que imitara gozoso y grotesco los finos modales de su señor.

El móvil del economista no debe ser su propio enriquecimiento porque entonces se transformaría, descendiendo en un simple y vulgar mercader. El economista deber ser investigador social, vasallo de la verdad y misionero en la noble cruzada por mejorar las condiciones materiales de la vida de las grandes masas desnutridas y harapientas.

Me parece citar, siempre que lo encuentro oportuno, al clásico Smith cuando escribió: “Ninguna sociedad puede florecer ni ser feliz, siendo la mayoría de sus miembros pobres y miserables”. Y lograr que no existan miserables ni pobres en la propia nación, es la meta a cuya conquista definitiva debe el economista consagrar su vida y sus más claros afanes. Porque si en un país desaparece la pobreza y la miseria, eso quiere decir que ya alcanzó su pleno desarrollo o que está a punto de alcanzarlo